Hoy voy a aprender, escucharé todo lo que me digas..

Pum. Otra vez esa sensación. Otra vez esa sonrisilla que se dibuja en mi cara sin ninguna explicación. Otra vez esas ganas de abrazarle en cualquier momento. Pum! Millones de pulsaciones a la vez. Ganas de reírte y de llorar. Ganas de comerte la vida tú solita y no dejar nada para los demás. De ser feliz, a su lado. De dejar de pensar en lo que va a pasar, y empezar a pensar en lo que está pasando. Ganas de descubrir cosas nuevas de él. Ganas de bailar y de reir, de beberme el miedo. Con la cabeza bien alta.
¿Yo? Tengo ganas de ti.

ni de ellos, ni de ellas.

Empino la botella mientras miro las estrellas y pienso...

no te fies nunca; ni de ellos, ni de ellas.

Así es la vida

Vete a la mierda.
Es lo único que tiene en la cabeza Anita, como así le llamaba aquel auténtico cabronazo que le había hecho sufrir de esa manera.
La verdad era que intentaba olvidarle. Y claro que lo intentaba. Aquel chico, Dani, le daba asco,pero.. por otra parte su cabeza sólo recordaba los momentos más bonitos que habían pasado juntos. "Nunca recuerdes las cosas buenas, siempre la parte más triste a su lado: las peleas, las contestaciones y los malentendidos" Eso le decía su pequeña hermanita. No lo entendía: aquellos paseos, aquellas risas, besos, frases... Y, después, ese puto mensaje: "creo que deberíamos acabar con esto" Así, sin más. Y, ¿después? Y una llamada, ni una sonrisa, ni una palabra, ni siquiera una mirada. No aguantaba más. Fue a su casa y entonces le encontró en el portal de aquel bloque al lado del retiro. Se miraron durante un par de segundos.
- Vete a la mierda.
- Anita, enserio... puedo explicarlo, podemos seguir siendo amigos.
- En tu puta vida me vuelvas a llamar Anita, ¿me oyes?
Y se fue. Allí dejó a Dani, con las llaves en la mano y con la palabra en la boca.